La drama lenta e impredecible de Luis Ortega ambientada en el mundo de las carreras de la mafia en "Kill the Jockey", juega sus cartas cerca de su pecho. Si los sorprendentes cambian al realismo mágico y la rumia existencial significa que seguimos adivinando sobre las ambiciones de la película, también existe la sensación de que Ortega ha permitido que el material se escape de él como un caballo desbocado.
Subestione una bestia antes de que el título tenga la oportunidad de flashear en la pantalla es nuestro jockey titular. Primero nos presentan a Remo Manfredini (Nahuel Pérez Biscayart) Catatonic en un bar antes de que sea encontrado por una fiesta de búsqueda masculina amenazante. Lo reviven por el método inquietante de insertar una cosecha de equitación en su boca y llevarlo a una pista de carreras. Aquí previa a los juegos con drogas de caballos mezcladas con alcohol y cigarrillos y luego camina lentamente a través de un túnel largo y claustrofóbico (el primero de muchas referencias de parto) a la pista. Un compañero jinete le beso, la pistola de inicio dispara y Remo catapulta hacia atrás de su corcel y golpea el suelo.
¿Quién es este hombre y por qué está en tal estado? Inicialmente, la película no parece responder a esta pregunta, sino que nos sumerge más profundamente en su situación. Una vez que el ganso que puso los huevos de oro para un sindicato de carreras administrado por la mafia, está empezando a funcionar mal. El problema no es el abuso de sustancias. Siempre corrió intoxicado y solía ganar, lamenta un pesado contratado como grupo, encabezado por el jefe Ruben Sirena (Daniel Giménez Cacho) se sienta alrededor de una mesa. También está presente el jinete que voló el beso, su novia embarazada Abril (Úrsula Corberó).
Se decide que Remo puede despejar sus deudas con estos mafiosos si gana una gran carrera, montando un nuevo caballo especialmente importado de Japón: la muy guapa Mishima. El director de fotografía habitual de Aki Kaurismäki, Timo Salminen ("Le Havre", "El otro lado de la esperanza") captura los músculos brillantes de Mishima como el galope de caballos en una cinta de correr de gran tamaño. Las secuencias más vívidas de la película recuerdan el cine de Pedro Almodóvar, mientras que la transformación del segundo acto de Remo recuerda el personaje principal de
Ortega es más descuidado con la fisicalidad de su personaje principal que los dos Auteurs anteriores. Cuando Remo tropieza con Abril, por una trampilla abierta y aterriza en la posición de un animal de dibujos animados talado, no hay consecuencias específicas para este accidente. Es barrido en el movimiento general de la narración, traicionando el desinterés de Oretga en las sensaciones vividas de tener un cuerpo. Nunca hay una sacudida de dolor o peligro a pesar de la desesperación objetiva de la situación de Remo. En cambio, una gasa de ensueño de mora se afianza, especialmente una vez que la alfombra se saca de la configuración inicial.
"Sus lesiones no son compatibles con la vida", dice un médico, después de que Remo sea llevado al hospital después_otro_horrible accidente. Es una frase humorística (una de muchos) dada una recompensa aún más estridente cuando la siguiente toma revela a Remo, vivo, que viaja en el ascensor del hospital vestido con el abrigo de piel y el bolso de una mujer con un vendaje de cabeza como un casco. Ahora un fugitivo de la mafia, este atuendo robado lo reconecta con una identidad de hace años, de antes de recibir reclutamiento como jockey.
Remo se convierte en Delores y es recibido por todos con aceptación. Especialmente Abril que reconoce a su novia perdida hace mucho tiempo. Incluso el jefe de la mafia, Sirena, reconoce su feminidad. La filosofía más conmovedora y madura dentro de "Kill the Jockey" es el encuadre de la identidad no como un punto fijo, sino como una exploración que implica perderse y tomar desvíos y, aún así, seguir adelante. La fluidez de género se presenta de manera segura como un aspecto potencial más de nuestra búsqueda eterna de un ser esquivo. Los temas de nacimiento y renacimiento están a la vanguardia, calzados visuales y narrativamente.
Nahuel Pérez Biscayart hace un trabajo fenomenal para sacar todas las dimensiones de un papel suscrito. Rígido y revisado como un jinete asediado, se vuelve más alerta mientras Delores deambula por la ciudad y sus valores comienzan a centrarse en el enfoque. La actuación no verbal de Biscayart hace gran parte del trabajo pesado, ya que el guión a menudo sacrifica las apuestas de personajes a favor de la señalización metafórica. Un elenco de juego ofrece actuaciones sinceras a pesar de que sus personajes son esbozos como de alguna manera estar por encima de las preocupaciones del mundo real.
Las secuencias de baile esporádicas están montadas bellamente e hipnóticamente, y es durante ellas que la historia y los personajes se sienten más vivos: el ritmo y la sobrecarga metafórica desultivos significa que de otro modo son perseguidos por cierto ennui. Los gustos de Michelangelo Antonioni construyeron reputaciones al replicar la sensación apática que puede embalsar nuestras vidas, sin embargo, esta película no tiene un barrido tan profundo.
"Kill the Jockey" es un reloj esquivo y a veces frustrante. Elide la interpretación de manera intencional y poco cocinada, coquetea con una grandeza que no se obtiene por completo, pero tiene algunos momentos gloriosos y nunca desatora al espectador. Oportunamente para una película en la que los personajes dicen con frecuencia que no saben quiénes son, esta película sufre de su propia crisis de identidad.
Grado: B-
"Kill the Jockey" se estrenó en el. Actualmente está buscando distribución en los Estados Unidos.