En su forma más potente, el cambio de forma no es un truco de salón. Es una pieza de un rompecabezas mucho más grande. Tome la "Invasión de los Snatchers del cuerpo" originales: en la película de 1956, a la que está claramente endeudada, las esporas alienígenas se convierten en réplicas exactas de sus sujetos humanos, y estas "personas de la cápsula" se apoderan lentamente de la ciudad. Si bien sin emoción humana, los extraterrestres asumen la memoria, la personalidad y la apariencia física de cada ciudadano, lo que hace que sea bastante fácil reemplazar sus objetivos humanos sin causar revuelo. Pero todo ese intercambio corporal no es un juego de quién es quién. Se mete debajo de tu piel, creando un tono de paranoia, pánico y miedo que solo crece con cada descubrimiento escalofriante. La recompensa no proviene de una alfombra más sacada, sino crescendos en una tragedia concluyente.
Otro uso igualmente efectivo de identidades erróneas aparece en las películas "Mission: Impossible". La forma en que Ethan Hunt